La depresión no es simplemente “estar triste”. Es un trastorno que afecta la manera en que pensamos, sentimos y actuamos, con síntomas que pueden incluir pérdida de interés, cansancio constante o sentimientos de inutilidad.
Afecta a millones de personas en el mundo y muchas veces pasa desapercibida por miedo al estigma. Identificarla a tiempo puede marcar la diferencia en la recuperación.
Organismos como la Organización Mundial de la Salud recomiendan un enfoque integral: psicoterapia, apoyo social e incluso tratamiento médico en casos necesarios.
El impacto de la depresión no solo se limita a la persona que la padece, sino también a su entorno cercano. Familia y amigos pueden sentir impotencia o frustración si no saben cómo acompañar.
Es importante recordar que la depresión no se supera “poniendo voluntad”. Se trata de un desequilibrio real que necesita apoyo profesional y, en muchos casos, intervención médica.
La prevención también juega un papel esencial: mantener hábitos saludables, fortalecer vínculos sociales y practicar actividades gratificantes pueden disminuir el riesgo de caer en episodios depresivos.